El cólera, el crimen y la politiquería hunden Haití en la desesperanza
Elisabet Sabartés
Peor que ver la realidad negra, es el no verla. La frase es del poeta Antonio Machado, pero bien podría haberla dicho cualquier ciudadano de Haití vacunado contra la ceguera. Porque mientras el presidente Michel Martelly presentaba días atrás un “balance positivo” de su primer mes de gestión, tanto por las “acciones concretas como simbólicas” que ha emprendido, en esos mismos 30 días el país más pobre del hemisferio observaba cómo era asesinado el titular del Banco Nacional de Crédito y rechazado en el Congreso el nombramiento del economista Daniel Rouzier como primer ministro, al tiempo que rebrotaba la epidemia de cólera que germinó tras el seísmo devastador de enero de 2010.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) informaba el viernes que “del 2 de mayo al 12 de junio hubo 18.182 casos en Puerto Príncipe”, atribuyendo esta progresión a la estación de lluvias y a las inundaciones que asolaron la capital en fechas recientes. La escalada de contagios de la epidemia –que ha dejado 5.400 muertos desde el pasado octubre– agrava si cabe aún más la crisis humanitaria que sufre Haití, donde más de 700.000 damnificados por el terremoto viven en campamentos callejeros sin las mínimas condiciones de salubridad.
En tanto, la clase política se enfrascaba en sus habituales insidias y la oposición parlamentaria aglutinada alrededor del ex presidente René Préval impedía que el millonario Rouzier –cuya candidatura había sido aparentemente consensuada– asumiera como primer ministro, con lo que la ayuda internacional para la reconstrucción sigue retenida.
El Parlamento debe aprobar la designación del jefe de Gobierno que, junto al ex presidente estadounidense Bill Clinton, codirige la Comisión Interina para la Reconstrucción de Haití, establecida para asignar, controlar y evaluar la aplicación de los fondos que suministra la comunidad de donantes.
A día de hoy apenas ha sido desembolsado el 10% de los 10.194 millones de dólares de asistencia prometida. Mientras, prevalece la negra realidad.
La Vanguardia, 26 de junio de 2011, pág. 6
Peor que ver la realidad negra, es el no verla. La frase es del poeta Antonio Machado, pero bien podría haberla dicho cualquier ciudadano de Haití vacunado contra la ceguera. Porque mientras el presidente Michel Martelly presentaba días atrás un “balance positivo” de su primer mes de gestión, tanto por las “acciones concretas como simbólicas” que ha emprendido, en esos mismos 30 días el país más pobre del hemisferio observaba cómo era asesinado el titular del Banco Nacional de Crédito y rechazado en el Congreso el nombramiento del economista Daniel Rouzier como primer ministro, al tiempo que rebrotaba la epidemia de cólera que germinó tras el seísmo devastador de enero de 2010.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) informaba el viernes que “del 2 de mayo al 12 de junio hubo 18.182 casos en Puerto Príncipe”, atribuyendo esta progresión a la estación de lluvias y a las inundaciones que asolaron la capital en fechas recientes. La escalada de contagios de la epidemia –que ha dejado 5.400 muertos desde el pasado octubre– agrava si cabe aún más la crisis humanitaria que sufre Haití, donde más de 700.000 damnificados por el terremoto viven en campamentos callejeros sin las mínimas condiciones de salubridad.
En tanto, la clase política se enfrascaba en sus habituales insidias y la oposición parlamentaria aglutinada alrededor del ex presidente René Préval impedía que el millonario Rouzier –cuya candidatura había sido aparentemente consensuada– asumiera como primer ministro, con lo que la ayuda internacional para la reconstrucción sigue retenida.
El Parlamento debe aprobar la designación del jefe de Gobierno que, junto al ex presidente estadounidense Bill Clinton, codirige la Comisión Interina para la Reconstrucción de Haití, establecida para asignar, controlar y evaluar la aplicación de los fondos que suministra la comunidad de donantes.
A día de hoy apenas ha sido desembolsado el 10% de los 10.194 millones de dólares de asistencia prometida. Mientras, prevalece la negra realidad.
La Vanguardia, 26 de junio de 2011, pág. 6
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