La España de la mantilla (Fernando Ónega)
Fueron días de guapura para la señora Cospedal. El miércoles, de blanco, en su toma de posesión: parecía una emperatriz con todos los poderes a sus pies. El jueves, de negro, presidiendo la procesión. Le está quitando plano a su maestra doña Esperanza. Atención a la dama, que Rajoy la quiere y la mima, porque le ha dado el triunfo más anhelado. Los militantes la siguen, porque es el arrojo en persona, que lo mismo denuncia una persecución del Estado que descalifica a Zapatero. Conecta con el pensamiento más recio de los conservadores: ese mundo que no sabe qué es la duda y apenas usa el matiz. Tiene la voz contundente de lideresa del PP, como Luisa Fernanda, como Rita, voz de tanta autoridad. Es la cara linda y los ojos grandes de la derecha. Y se pone la mantilla. No hay símbolo mejor de tradición y derecha que el báculo y la mantilla. En Toledo se han juntado, y los militares tocaban el himno nacional.
Si queréis saber cómo será la España de Rajoy cuando el ángel Zapatero toque la trompeta del juicio final, coged el cuaderno de la Cospe: lleva el espíritu de Génova en las entrañas y marca caminos. Convertirá Castilla-La Mancha en territorio de ensayo político. Y en ese cuaderno está escrito: primero, mandar, que se note la autoridad. Segundo, usar la trituradora: nada de órganos ajenos a su administración, ni consejos, ni defensores del pueblo, que al pueblo lo defiende ella. Y tercero, los gestos: adelgazar el gobierno, fuera la mitad de los altos cargos, lecciones de austeridad. Si además de eso, que requiere sólo voluntad, logra buenos datos de renta y empleo en una región deprimida, la derecha ya tiene otra santa patrona.
Pero a mí lo que me gusta es la mantilla. Es la imagen opuesta a la España de la chaqueta de pana. Es el anverso de la moneda donde aparecen los de Bildu sin corbata. Es tocado de reinas. Es prenda de procesiones y semanas santas. Es vestuario de madrinas de bodas por la Iglesia. Es imagen de damas que nunca estarían en manifestaciones. Es lejano sonido de la España de los toros. Pones a su lado un guardia civil y un torero, y te sale una leyenda. Le añades un obispo, y te sale una oración. Y ante tanta simbología junta, yo solamente sé decir: alégrate, España de las tradiciones, el devocionario y las esencias patrias, la mantilla y la peineta han recuperado el poder.
- Transparente.
Nadie puede acusar a Rubalcaba de falta de transparencia: no se ve como ministro del Interior el día de las elecciones ("para no comunicarse a sí mismo el resultado"). Pero sí como vicepresidente, por igual motivo que los presidentes siempre han sido candidatos. Consecuencia lógica: dejará Interior y continuará en la vicepresidencia. Pero no impedirá que Sáenz de Santamaría continúe con el martillo: golpeará hasta el día de la decisión.
- El problema.
Pero Rubalcaba tiene un problema: el programa socialista. Hasta esta semana no se ha designado al equipo redactor. Si hubiera que disolver las Cortes por cualquier tropiezo parlamentario, como la reforma de la negociación colectiva, estaría sin el material imprescindible. Aunque sólo sea por esa carencia, el PSOE necesita ganar tiempo. Les ha pillado el toro, sería el primer partido que va a las urnas sin programa electoral.
- Abstenciones.
Se asombró Josu Erkoreka del alto precio que el Gobierno le pagó por una simple abstención. Pues que no se asombre: si la abstención es básica para mantener el poder, se paga en el mercado al mismo precio que el voto positivo. Que le pregunten a Rajoy, otro impresionado por la cuenta: el mismo día, él pagaba la abstención de IU en Extremadura con un cambio de su política fiscal.
http://www.lavanguardia.com/opinion/articulos/20110625/54176342732/la-espana-de-la-mantilla.html
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