La corrupción golpea a Rousseff
Fernando García
Nuevos escándalos en Brasil aún después de la dimisión de dos ministros por enriquecimiento irregular.
El hedor de la corrupción empieza a ser insoportable en Brasil. La prensa no da abasto con tanto escándalo. Sólo en este último mes, dos ministros han tenido que irse a casa por enriquecimiento irregular. El viernes, el fiscal pidió miles de años de cárcel para 36 políticos de la era Lula da Silva por montar una red de sobornos a parlamentarios. Y ayer, O Globo revelaba una investigación sobre cobro de comisiones del 50% en contratos para la reconstrucción de los pueblos asolados por las lluvias torrenciales de enero en el Estado de Río de Janeiro, que dejaron 900 muertos.
Hay más. También ayer, O Estado de São Paulo abría su edición informando de un supuesto arreglo entre el gigante petrolero Petrobrás y una empresa del senador Eunício Oliveira para ganar un contrato de 135 millones de euros. Oliveira pertenece al Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMBD, centroderecha), segundo de los once coligados en el Gobierno.
El asunto de las mordidas que habrían mediado en los trabajos de retirada de escombros en municipios de la Serrana do Río tras la catástrofe de enero alcanza al Partido de los Trabajadores (PT): el de Dilma Rousseff y Lula. El Ayuntamiento de Teresópolis, regido por el PT, es el más salpicado por la denuncia que un empresario involucrado formuló ante la fiscalía a cambio de inmunidad. Su informe pasó a engrosar el dossier de la investigación que el ministerio público tenía ya abierta por indicios de descontrol en el uso de 45 millones de euros rápidamente consignados para la reconstrucción.
El caso muestra “lo peor del ser humano”, decía ayer O Globo: “Mientras los equipos buscaban supervivientes, funcionarios y empresarios habrían concertado el reajuste de las propinas (comisiones) para aprobar contratos sin licitación y embolsarse dinero destinado a los más necesitados”. El diario mencionaba “un reajuste” porque, antes de la tragedia, las comisiones eran “normalmente” del 10%.
La pesadilla de los escándalos empezó para Dilma Rousseff en mayo, cuando trascendió que su ministro de la Presidencia, Antonio Palocci (PT), multiplicó por veinte su patrimonio en los cuatro años en que fue diputado y consultor privado al mismo tiempo. Dimitió el 7 de junio. Menos de un mes después, el 6 de julio, el titular de Transportes, Alfredo Nascimento (Partido da República, también en la coalición), siguió el mismo camino al conocerse que el capital de una empresa de su hijo pasó de 27.000 euros a 23,5 millones. Palocci y Nascimento eran ex ministros de Lula ya él debían su retorno al Ejecutivo con Rousseff.
La presidenta viene mostrando mano dura ante las feas revelaciones. Pero todo indica que la pesadilla está lejos de terminar. Las obras del Mundial y la Olimpiada, cuyos costes no dejan de subir, están en el punto de mira. Rousseff y Brasil mismo se juegan su prestigio ante el mundo.
La Vanguardia, 11 de julio de 2011, pág. 8
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