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jueves, 7 de julio de 2011

Los dueños del cortijo (José Antonio Zarzalejos)

Hoy, José Antonio Monago, candidato del PP el 22-M, será elegido en Mérida presidente de la Junta de Extremadura gracias a la abstención de los tres parlamentarios de IU. Como hecho político, es de gran significación que la derecha se haga con el poder en una de las comunidades clientelares del socialismo español que, como ocurre todavía en Andalucía, han devenido en auténticos regímenes. Para provocar el vuelco en la región extremeña ha hecho falta, no sólo que el candidato del PP fuese el más votado, sino también que IU se haya rebelado contra el PSOE.

Hace apenas una década no era pensable que el PP pudiera encaramarse al poder autonómico allí. La derecha era la representación del señoritismo de dehesa. Con el transcurrir del tiempo, la clase dirigente del socialismo extremeño ha pasado a representar a los anteriores dueños del cortijo sustituyendo –al modo caciquil– a los latifundistas que eran percibidos siempre vinculados al conservadurismo. José Antonio Monago, un hombre hecho a sí mismo, que ha recorrido toda la escala profesional –de bombero a licenciado– ha logrado desbaratar apriorismos y conectar con una IU ninguneada y arrumbada por el PSOE. El resultado es un vuelco espectacular que derrumba una de las plataformas estratégicas del poder autonómico del PSOE.

Más allá del hallazgo por el PP de un candidato versátil, de extracción popular y sin dogmatismos ideológicos, muy pegado al terreno, el fenómeno que indiciariamente comienza hoy en Mérida remite a una evolución de la derecha española en los últimos años y, significativamente, en los últimos cuatro, tras la derrota electoral del 2008 causada sobre todo por el inmovilismo de un partido que seguía lamiéndose las heridas de su mala gestión del 11-M en medio de un disenso sobre el mandato de Rajoy al que se quiso liquidar sin darle la oportunidad de ensayar una forma de dirigir alejada del hiperliderazgo tradicional. Todas las adherencias que lastran a la derecha de manera inercial –hábitos de carácter moral, clericalismo, centralismo territorial– han ido suavizándose con una generación de dirigentes de la que José Antonio Monago podría ser una referencia.

Soltar lastre –lo saben bien los marinos– dota al velero de mayor capacidad de maniobra, le hace más rápido y permite aprovechar mejor las oportunidades. Ocurre igual en política: los principios deben ser pocos y firmes de tal modo que el margen de maniobra para pactar, por una parte, y para acercarse y entender las realidades sociales, por otra, sean amplios. La izquierda y los nacionalismos han logrado ganar a la derecha democrática y establecer alianzas, no sólo por la fraternidad de raíz antifranquista, sino también por un ejercicio de relativización. La derecha extrema consiste, precisamente, en la elevación a categoría de absolutas cuestiones que no lo son. De los maximalismos surgen excrecencias radicales. Por eso, la flexibilidad de Monago en Extremadura no es oportunismo, sino ejercicio inteligente de la política, aunque el PSOE sostenga que su programa “es como el de Ana Rosa”. Mejor eso que representar el señoritismo detestable del sur español.

- Agitación o demagogia.

El sábado se espera con expectación el discurso de Alfredo P. Rubalcaba ante el comité federal del PSOE. Determinados ámbitos están preocupados con el giro socialista hacia posiciones demagógicas que regalan los oídos a los indignados del 15-M y atizan a los bancos. Rubalcaba ha sido, y sigue siendo, un agitador, pero no un demagogo. La diferencia es sutil pero cierta; si la traspasa y persiste en la búsqueda de culpabilidades exclusivas de la crisis –siendo las responsabilidades repartidas– incurrirá en el populismo y carecerá de credibilidad. El actual vicepresidente sólo dispone de una alternativa: confeccionar un discurso político para entonar a una socialdemocracia catatónica.

- También RTVE.

Por si faltaba alguna crisis, el Gobierno ya tiene otra: la de RTVE. La decisión de Alberto Oliart de dimitir de la presidencia de la Corporación para la que fue elegido hasta diciembre del 2012 está motivada por las críticas a una contratación claramente nepotista, que no debiera consumarse. A partir de ahí, el abandono de Oliart, si se produce definitivamente, plantea una situación delicada, a las puertas de elecciones generales y con graves interrogantes sobre la financiación de la radio y la televisión públicas. Tanta crisis e inestabilidad ahogan la vida pública española.

http://www.lavanguardia.com/opinion/articulos/20110707/54181766054/los-duenos-del-cortijo.html

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