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viernes, 15 de julio de 2011

"No te quedes con ganas de nada" (Diana Sahovaler de Litvinoff)

(Miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA). Texto extractado del artículo “Internet: refugio o escenario”, cuya versión completa publica en estos días la revista Imago Agenda)

“No te quedes con las ganas de nada”, dice el comercial de un producto de primera marca, y así resume la ideología de la época. La oferta de goces y objetos aparece como solución a la falta de respuestas frente al sentido de la vida. Objetos que se enaltecen a expensas de un sujeto que se detiene en su desarrollo y creatividad cuando supone que su angustia existencial es una equivocación.

Al idealizarse el objeto como representación de completud y felicidad, se convierte en modelo de identificación. El hombre quiere devenir ese objeto íntegro, estético, perfecto, contemplarlo y contemplarse en el espejo, en los blogs, Facebook o las filmaciones que sube a Internet, donde su vida puede ser un espectáculo para que otros se fascinen. Busca convertir su cuerpo en ese objeto en los gimnasios, moldearlo con cirugías, fijarlo con piercings y tatuajes, busca ser incorruptible al tiempo y al deterioro del envejecimiento. Y aspira ofrecer esa perfección al otro para completarlo a su vez.

La culpa, actualmente, no se liga al darse el gusto, como sucedía hace no mucho tiempo, sino todo lo contrario: sentimos culpa por no poder alcanzar el grado de placer establecido por el ideario social y las tentaciones personales de cada uno. El placer nunca parece suficiente, la pareja que se elige puede estar impidiendo el acceso a otra mejor, cualquier grado de satisfacción parece poca cosa en relación con lo que se ve en la televisión o en las revistas. Es una característica humana la no coincidencia entre necesidad y satisfacción, que da lugar a un resto que nos hace seguir deseando, pero nuestra cultura incentiva la insatisfacción sistemática.

Todo esto coincide con una sobreoferta comunicacional e informática, a través de los medios de difusión que aportan su interpretación acerca de lo que ellos conciben como la realidad y la verdad, o a través de Internet, que pone a disposición una información sin límites y facilita la comunicación acortando tiempos y eliminando distancias. Los grandes avances tecnológicos y científicos estimulan la fantasía de que todo lo que se desea es posible. No se trata entonces de un medio que prohíbe, sino de uno que ofrece. El placer parece estar a la vista y garantizado a través de la posesión de bienes adquiribles o de vínculos con los que vivir un erotismo desatado de antiguas prohibiciones y miedos ancestrales.

Sin embargo, los deseos están para ser formulados, no para ser cumplidos. El hombre persigue sus deseos pero también teme a su realización, como Aladino aterrorizado cuando, al frotar la lámpara, aparece el genio ofreciéndole la realización del deseo. Y de esto deriva la respuesta fóbica, que se expresa por ejemplo a través del “ataque de pánico”, que es considerado el mal de nuestra época. La fobia es un modo de expresar el miedo; sus síntomas fabrican límites, prevenciones, el sujeto se mantiene alejado del objeto del deseo. El hombre retrocede frente a una oferta de goce que, de realizarse, arrasaría su subjetividad. Podríamos decir que, si bien el objeto ahora está al alcance de la mano, se ha escabullido el sujeto; se ha escondido, buscando protegerse de una realización de deseos que considera excesiva y peligrosa, y frente a la cual se siente pequeño e insuficiente.

Otras veces hace todo lo contrario: se exhibe, sube fotos o videos íntimos, muestra cuánto gasta, enumera sus actividades más banales. Ya que no hay un padre respetado ante quien mostrarse y que se interese, el sujeto exhibirá a millones de ojos virtuales sus movimientos y sus fotos. Parece estar en consonancia con el sexo y la violencia explícitos en la época actual, donde la vida se convierte en un show donde todo puede ser mostrado. El sexo y la violencia, descriptos y graficados en las pantallas y hasta editados para ser comerciados como espectáculo, la aparente falta de angustia que acompaña las imágenes y discursos más descarnados, tanto en el emisor como en el receptor, nos muestran viviendo en una era pornográfica. No nos referimos a la pornografía en su aspecto de placer preliminar, que implica el gusto por mirar y ser mirado, sino a su avance en terrenos reservados a la intimidad y al dolor.

El propósito de llevar la curiosidad y el conocimiento a su saciedad definitiva tiene el efecto de transformar en objeto al que recibe ese trato. La explicitación de la violencia intenta aclarar el enigma del sufrimiento y la muerte, así como la explicitación en la pornografía intenta aclarar los misterios del sexo. Por supuesto, son intentos fallidos. No está todo dicho cuando aparentemente se dice todo, y, en lugar de la culpa, la que aparece como síntoma es la angustia.

http://www.pagina12.com.ar/diario/psicologia/9-172182-2011-07-15.html

Piñera, entre la espada y la pared por la revuelta contra el lucro en la educación

Pedro Miguel

Por todas las rendijas de esta capital apacible asoman los síntomas de la revuelta. Los planteles escolares públicos –de bachilleratos a universidad– están tomados por pequeños piquetes de estudiantes, festivos en su mayoría, y proliferan pintas chicas, medianas y grandes con un tema común –no a la educación como pretexto para el lucro– y un horizonte inevitable –la confrontación con el desmesurado instinto gerencial del grupo gobernante. El régimen de Sebastián Piñera no fue el primero que convirtió la enseñanza en materia de lucro, pero sí es el que ha llevado ese proceso a sus expresiones más descarnadamente comerciales. A ello se suman la indignación por los grandes negocios realizados al amparo del poder en terrenos distintos al educativo (que tampoco inventó el grupo de Piñera) y la sensación de orfandad social ante una clase política que impera sobre su propia versión de país, pero que no resuelve los problemas cruciales de Chile.

El movimiento estudiantil lleva semanas de movilizaciones, pero la de hoy fue una manifestación crucial porque desafió a la autoridad del gobierno, que decidió prohibirla o, lo que es casi lo mismo, autorizar su recorrido sólo por un tramo remoto e inicuo. Sin embargo, esta mañana los manifestantes expresaron su determinación de llegar hasta el corazón de los símbolos políticos del país –el Ministerio de Educación, donde despacha el derechista Joaquín Lavín, sempiterno perdedor de elecciones presidenciales y ahora reciclado en titular del ramo– y el emblemático palacio La Moneda.

- Insurgencia pacífica y festiva.

"Sí o sí", dijo Camila Vallejo, la aguerrida vocera del movimiento estudiantil, y símbolo de esa generación que ha llegado a la juventud sin temor a la represión porque nació después del colapso de la dictadura, y los contingentes de todo Chile marcharon desde tres puntos hacia La Moneda. Por el trayecto que arranca de Plaza Italia hay locales cargados de significado, como el Centro Cultural Gabriela Mistral, situado en lo que fue la primera sede de la tiranía pinochetista, y la sede histórica de la Universidad de Chile. Decenas de miles de jóvenes marcharon por esa gran avenida abierta a la rebelión pacífica y festiva, animada por máscaras, disfraces, danzas, y bandas de músicas tan fusionadas como los nombres de la protesta: resistencia, izquierda, altermundismo, esperanza. El contingente jurásico se diluye entre la muchachada y pone en la muchedumbre calvas y cabelleras canas sobre las que se sedimenta, sin ningún propósito didáctico ni moralizante, la experiencia de movilizaciones anteriores. En la cornisa de un edificio, un señor de barriga, lentes bifocales y bigotito de oficinista, sostiene un cartel mínimo, pero muy elocuente: "Un padre marchando / a su hijo va cuidando".

La exasperación por la ofensiva del espíritu mercantil sobre todas las fases y expresiones de la enseñanza –en Chile, como en México, proliferan las universidades privadas que nacen de origen malas, mientras declina la calidad de las públicas por falta de presupuesto– ha llevado a los jóvenes y a las jóvenes a reparar en la totalidad del país y en la totalidad de la economía, y han caído en la cuenta, por ejemplo, que para pensar en una educación pública y gratuita de calidad es necesario imaginar maneras para abastecer al Estado de fondos y de atribuciones. La consecuencia lógica es "renacionalicemos el cobre", y con ello la espiral de la historia es devuelta de golpe a su buena fase. Hay segmentos de la movilización que perciben la trampa de los ciclos institucionales Concertación-derecha y toman el toro por los cuernos: una nueva Constitución. Hasta hace no mucho, esa idea habría equivalido, aquí, a la reivindicación por la III República, enunciada en España.

Comparado con los grandes despliegues de robocops de la policía federal y de granaderos que se estilan en México, el dispositivo represor de Carabineros, aquí, parece escuálido y hasta provocador: los pequeños piquetes de cinco a seis efectivos distribuidos en varios puntos de la marcha pueden ser toda una invitación para agredir a las fuerzas del orden. Y sí: frente a La Moneda un grupo de provocadores (son tan iguales a sí mismos en todas partes) lanza piedras contra los efectivos antimotines y uno de ellos es alcanzado por una bomba molotov. De todos modos, las tres columnas que se dieron cita frente al edificio habían sido ya contenidas, en forma pacífica, por transportes policiales atravesados en las calles y por vallas móviles. La fiesta enorme y decisiva (Piñera está entre la espada y la pared, su aceptación es de 30 por ciento, y una marcha de decenas de miles en su contra no puede hacerle bien) se degrada, las callejuelas del centro de Santiago se llenan de humo picante y el protagonismo pasa de las masas lúcidas, serenas y festivas, a la conocida danza de piedras contra chorros de agua y granadas de gas lacrimógeno; 32 carabineros heridos, y uno de ellos, de gravedad, dice el parte oficial, acaso exagerado. Se impidió, de esa manera, la realización del mitin previsto y, desde la perspectiva del infantilismo policial, la magna manifestación quedó en nada.

Pero no es cierto y la gresca fue lo menos importante. El saldo de esta jornada: el movimiento estudiantil ha resistido los intentos de cooptación y degradación, es dueño de las calles a pesar de las prohibiciones gubernamentales, desafía a la clase política en pleno y propone al país el único proyecto nacional sensato que se ha presentado en Chile en años recientes y que podría resumirse en las palabras de una de las pancartas: "Hay vida más allá del lucro".

http://www.jornada.unam.mx/2011/07/15/mundo/026n1mun

"Diario de Navarra" hace 75 años (Víctor Moreno)

(Escritor y profesor)

(El autor se hace eco de un artículo publicado hace unos días en la sección «Diario en el recuerdo» de «Diario de Navarra» para recordar el papel que jugó el centenario periódico navarro en la preparación del golpe de 1936, promovido por conocidas familias del herrialde, y durante la dictadura que siguió a la victoria de los fascistas.)

El periódico de Cordovilla tiene una sección -«Diario en el recuerdo»- donde rescata del pasado lo que supuestamente sucedió hace 100, 75, 50 y 25 años, respectivamente. Como son muy pocas cosas de su pasado las que Diario puede recordar que le den timbre y gloria democráticos, su memoria, más que selectiva, es de un cinismo aterrador. Los fragmentos que concita, dado que están descontextualizados y carentes de las causas que los explican, manipulan de forma interesada lo que evocan. Y lo hacen con la pretensión de aparecer en dichas efemérides como un periódico adelantado de la democracia y del Estado de Derecho. Cuando no ha sido ni una cosa, ni otra.

El 24 de junio de 2011, traía un fragmento del que fuera su director, Raimundo García, alias Garcilaso, fechado hace 75 años, o sea, en 1936, pocos días antes del golpe fascista. García era entonces diputado independiente por el Bloque de Derechas y, con el seudónimo de Ameztia, escribía: «Habrán observado ustedes que ya se habla públicamente del caos. Desde don Miguel Maura a don Indalecio Prieto, es incontable el número de republicanos que hablan del caos en los periódicos. Y en las conversaciones particulares no digamos. Supongo que ahora no se reirán ni enfurruñarán aquellos que se enfurruñaban o se reían cuando aquí hablábamos del caos a su debido tiempo». Entiéndase. Un caos mundial justificaba un golpe de estado.

Dejando a este cínico Garcilaso durmiendo en el sueño de los fascistas más dañinos que sembraron en Navarra su ideología -«prepararon el ambiente», como diría su discípulo amado Ollarra en 1962-, evocaré algunos fragmentos que nunca el Diario actual consignará en sus efemérides relativas a los meses julio-agosto de 1936. Antes, repetiré que Garcilaso, a quien atribuyo un papel decisivo en los preparativos del golpe antes, durante y después y no meramente decorativo, no actuaba solo. No me refiero a su íntima connivencia criminal con Mola, que eso ya es hagiografía aceptada, sino a quienes compartían con él sus desvelos de consumado fascista.

Convendría airear que «Diario de Navarra», como ente jurídico y administrativo, fue tan responsable del golpe como su director. La línea editorial golpista se discutía en la tertulia organizada en el despacho de Garcilaso. En ella participaban, el director, el subdirector Eladio Esparza, Gerardo Larreche y Pedro Uranga, en representación del consejo de administración, y Luis Ortega Angulo, de Renovación Española. Esta perla se la debemos a la incontinencia verbal de Ollarra, que la desgranó el 21 de julio de 1944, una época en que los fascistas gozaban de una impunidad periodística insultante. Seguro que hoy, el ilustre Gallo peleón venido a menos no se atrevería a cacarearla. Entonces, dicha forma de trabajar en comandita lo tenían a gala demostrando que el Diario era una piña fascista respecto al golpe, al desarrollo de la guerra y, ya no digamos, en relación con «la culona» (Franco), al decir de Queipo de Llano.

Aunque Garcilaso negase por activa y por pasiva que en Navarra existieran preparativos armados en contra de la República, lo cierto es que la élite local navarra, el famoso Sanedrín, se reunía en la tertulia del Casino Principal para seguir y aprobar los pasos que se estaban dando en ese sentido. Allí se podría ver a los Sagués, del Crédito Navarro, de la Vasco Navarra, cuyas familias estaban emparentadas con lo más notable de Pamplona, los Arraiza, los Jaurrieta, los Baleztena, los Garjón y demás gerifaltes reaccionarios. A ellos se unían el conde Rodezno cuando venía a Pamplona, los Azcárate de la Unión Navarra de Aizpún y Gortari. Lo contaría, el 11 de junio de 1993, alguien que jamás se arrepentiría de ser un fascista nato y conspirador, Jaime del Burgo. Seguro que ninguna de estas noticias aparecerá en «Diario en el recuerdo».

Tampoco publicará que «Diario de Navarra» se reservó el repugnante gusto de ser el único periódico que editó en primera página el bando de Mola, impreso en los talleres del propio papel. La misma negativa mantendrá respecto al hecho de convertirse en el portavoz oficial de la sublevación durante el resto de la guerra. Tampoco veremos en esas páginas un recordatorio hacia el Comandante Jefe de la Guardia Civil, Rodríguez Medel, fiel a la República, y que se opuso a Mola. Fue asesinado alevosamente. Diario contó que la muerte del militar «fue consecuencia de un accidente desgraciado ocurrido en el cuartel». Estaría bien que el papel de Cordovilla recordara cómo Medel fue asesinado por sus subordinados con el consentimiento de Mola, y diera el nombre de sus asesinos, porque saberlos, bien que los supo.

«Diario de Navarra» jamás recordará su obsesiva incitación a depurar, no sólo ideológica, que eso ya lo venía haciendo desde su fundación en 1903, sino, incluso, físicamente, a quienes no comulgaran con los ideales del terror de Mola. En ningún momento pedirá que cesasen los asesinatos que impunemente se estaban cometiendo, y de los que tenía pleno conocimiento. En Navarra jamás hubo frente de guerra. Y bien sabe Diario por qué no lo hubo.

Desde un principio, se puso en marcha una atroz inquisición depuradora. En este contexto, dará ánimos a la Junta Superior de Educación para que «ejerza la función sagrada de la justicia, aplicándola inexorablemente a todos cuantos hayan delinquido en la obra funesta de corromper y envenenar a nuestros hijos y a quienes pretendían perder la Revolución social, para que como antídoto seguro expurgue el veneno que hubiera en nuestra casa... ¡Padres navarros! ¡Alcaldes Navarros! ¡Navarros todos! Cooperar (sic) en la obra de saneamiento espiritual, en esta obra depuradora que hemos emprendido. No dejéis de mandar cuantos informes confidenciales podáis y se os pidan!» (26.8.1936). La cantidad de maestros republicanos que fueron asesinados daría cumplida cuenta del efecto de estas proclamas.

El mismo subdirector, Eladio Esparza, luego gobernador civil de Álava, sucumbirá ante este bárbaro delirio: «Se impone urgentemente la designación de una Junta de expurgación social, sin cuya autorización no pueda ser considerado como obrero apto para el trabajo a nadie que, por sus antecedentes de actuación izquierdista o de afiliado a organizaciones ya disueltas infunda recelos. El comunismo ha de ser extirpado aun en la zona de la mera sospecha. ¡Tendría que ver que mientras nuestros obreros luchan en los frentes, exponiendo la vida a la metralla de los rojos, vivieran los rojos tranquilamente en sus casas ganándose el jornal sin peligro ni zozobra!» (18.9.1936).

Después de lo dicho, a nadie extrañará que Ollarra, entonces director del periódico, argumentara, para librarse de una multa gubernativa por las informaciones vertidas sobre los sucesos en Montejurra en 1968, que «en los preámbulos del Alzamiento Nacional, y ya no digamos en el decurso del mismo, si hubo periódicos y Directores de estos que contribuyeron al triunfo del Movimiento que redimió a la patria, entre ellos y no en segundo puesto, está «Diario de Navarra».».

Así es. Nunca se dijo mejor lo que ha sido el Diario.

Tanto que no entiendo cómo hay gente que se empeña en que este papel condene la guerra civil, sus crímenes impunes y el franquismo de terror impuesto después de la guerra. Sería como pedirle que se hiciera el harakiri de su propia identidad. Un imposible. ¿Metafísico? No. Ético.

http://www.gara.net/paperezkoa/20110715/278959/es/Diario-Navarra-hace-75-anos