«La banca no ha sido la causante de la crisis». Partiendo de esta premisa, el presidente del Banco Popular, Ángel Ron, se defiende de las últimas críticas del Gobierno y carga contra su propuesta de subir los impuestos. «En momentos de crisis se busca un chivo expiatorio, y atacar los salarios de la banca es relativamente fácil», explica en los Foros de EL MUNDO/KPMG. Ron considera positiva la salida de las cajas a Bolsa, aunque reconoce que «no es buen momento». Y critica la falta de coraje político para atajar la crisis griega, de la que se están beneficiando los especuladores.
El presidente del Banco Popular defiende la solidez del sistema financiero, cuya única debilidad atribuye a las «peculiaridades» de las cajas. En plena tormenta sobre los salarios de la banca presume en el Foro de El MUNDO/KPMG de su «conservadora» política de retribuciones y rehúye entrar en cuestiones políticas. Pero sí se atreve a reclamar mayor integración fiscal en la UE, aun a costa de una pérdida de soberanía.
Justino Sinova.– ¿Cómo se mantiene el Banco Popular en la actual crisis y cuáles son sus perspectivas?
Ángel Ron. – Al comienzo de la crisis, decidimos centrarnos en tres cosas: reforzar la solvencia, y la hemos aumentado en un 50%; reforzar la liquidez, porque los mercados estaban muy volátiles, y reforzar la acción comercial, porque con 2.000 oficinas debes poner mucha presión en la red comercial para que continúe activa en la crisis. Tres años después, a 31 de marzo, tenemos la ratio de core capital más alto de la banca cotizada, hemos reducido 70 puntos porcentuales la dependencia de los mercados, tenemos más financiación de depósitos y ha crecido un 13% la cuota de mercado en los últimos 18 meses. Nuestros valores de largo plazo nos han permitido pasar la crisis con salud, sin ayudas y con unas perspectivas razonables.
Francisco Pascual.– En las últimas semanas diferentes miembros del Gobierno han atacado los altos sueldos de los banqueros.
Á. R. – Nos preocupa este deterioro de imagen, que se materializa en opiniones negativas y en las movilizaciones. Creo que se hace una lectura en exceso simplista de la actividad financiera, a la que se ha puesto como ejemplo de la fortaleza de la economía española hasta hace bien poco. Es verdad que hay familias que lo están pasando mal, que padecen ejecuciones hipotecarias que les dejan sin vivienda. Son asuntos que requieren un análisis y, probablemente, alguna solución. Pero hasta ahora no he oído ninguna que impida que la persona se quede sin casa.
Primero: la banca no ha sido la causante de la crisis en España. Segundo: sufrimos una crisis financiera como no se conocía desde la II Guerra Mundial. Pero esa crisis en España, realmente, afecta a pocas entidades. Y no es justo que la situación de unas pocas esté afectando a la totalidad. Por tanto, la banca tiene que hacer un esfuerzo de comunicación de lo que hace y por qué.
Respecto a los salarios, el Popular hace públicos los de su presidente y altos ejecutivos desde hace 20 años. Hemos practicado siempre una política de retribución muy conservadora, tanto en tiempos de bonanza, cuando decían que pagábamos muy poco, como en tiempos de crisis... Después, los salarios de la banca, como los de cualquier empresa privada, los determinan sus órganos de administración. Y poner un impuesto especial al sueldo de alguien que trabaja en banca y no ponérselo a quien gana lo mismo en otro sector... sería algo realmente novedoso.
Juan T. Delgado.– ¿Considera una estrategia política las críticas del Gobierno a la banca?
Á. R. – En momentos de crisis se trata de buscar un chivo expiatorio y atacar los salarios de la banca es relativamente fácil. Lo que hay que ver es qué han valorado los órganos de administración de la entidad para retribuirlo. Además, los sueldos de la banca están siendo regulados también, en Europa y por el Gobierno en sus últimas normas. Igualmente creo que las entidades que han recibido ayudas públicas deberían tener unos estándares de retribución que queden perfectamente claros, de tal manera que el contribuyente perciba a quién se paga y por qué, pero no creo que se deba ir más allá. Si se hace una limitación general, acabará dañando la competencia y expulsando a los mejores que hay que atraer para gestionar las entidades.
Vicente Lozano.– Si el crédito es el negocio básico de la banca y el sistema está saneado, ¿por qué no crece el crédito? ¿Cree que es buen momento para salga a Bolsa un banco?
Á. R. – La cuestión hoy no es si el crédito crece, sino si hay capacidad para prestar actividades solventes y que ofrezcan buenos retornos. La mitad del sistema financiero está integrado por bancos, que no han pedido ayudas públicas, no le han costado ni un solo euro al contribuyente, y siguen prestando. ¿La otra mitad? Un 20% de las cajas está transformándose en bancos y tiene una posición financiera desahogada. Otro 20% ha acudido, tras recibir fondos del Frob, al mercado, al inversor privado, para financiarse. Y el 10% restante ha pedido fondos públicos y está en proceso de valoración. Es evidente que necesitamos que todo el sistema esté saneado para que pueda prestar y ayudar a la recuperación de la economía.
Y no, no es el mejor momento para salir a Bolsa. Pero si consideramos que estamos en una reestructuración de las cajas como no se ha visto nunca, introduciendo en el sector el escrutinio de los mercados, creo que la salida a Bolsa de una caja transformada en banco es una buena noticia, para las cajas, para el proceso financiero y para el país.
Maite Alonso.– ¿El éxito de las cajas en Bolsa significará que España se desacople de los países periféricos? Y una reflexión: una vez en Bolsa, crecerá el peso de las cajas en el mercado porque habrá quien prefiera Bankia a Popular o Sabadell.
Á. R.– El desacople de España respecto a Grecia, Portugal e Italia no se va a producir por que tenga éxito la salida a Bolsa de Bankia. Los desafíos de la economía española son muy identificables. El primero es seguir cumpliendo, inexorablemente, el compromiso de reducción de déficit. El segundo, que no se ven los efectos de las reformas ni en el crecimiento ni en el paro. Es evidente que el reto del Gobierno consiste en reducir el déficit, reformar el mercado laboral y reasignar a los parados de la construcción en otros sectores. Y hay un tercer factor, la reestructuración del sistema financiero, que tiene dos desequilibrios básicos: exceso de capacidad instalada y exceso de activos inmobiliarios no rentables en sus balances.
El sistema ha hecho provisiones por casi el 10% del PIB; o sea, se ha hecho un ajuste. Los bancos lo han hecho contra su cuenta de resultados. No le han provocado un problema al país por eso. Lo que hay hacer es minimizar el impacto para el Estado de las ayudas a las cajas. Eso es un 10% del mercado. Pero tenemos un 20% que ha decidido que recapitalizarse es mejor, lo cual a mí me parece muy saludable. Que eso salga bien es relevante para España, porque daría la visión de que, a determinados precios, hay apetito inversor y de que se ve un escenario de salida a los problemas de esa parte del sistema. Después, en el medio plazo, estas entidades también deben demostrar que son sostenibles.
Por otra parte, en el corto plazo sí puede haber inversores que quieran hacer hueco en sus carteras para Bankia y que eso suponga una menor exposición a bancos como el Popular. Pero en el medio plazo el inversor acaba invirtiendo por fundamentales. Y el Popular sigue siendo el banco más eficiente de Europa.
John Müller.– La impresión que tenemos todos con la burbuja inmobiliaria es que hubo excesos a la hora de dar créditos, ¿cómo lo analiza el Popular? Además, decía el presidente de la CEOE que sí hay crédito. Pero que muchos banqueros se quejan: «A los que queremos darles crédito no nos vienen a pedir». ¿Cómo solucionamos el atasco entre los emprendedores y la aversión al riesgo de los que suministran el crédito?
Á. R.– Nadie se da cuenta de que está inmerso en una burbuja porque siempre hay un informe que justifica que no existe. Y esos informes decían que en España la mujer accedía al mercado de trabajo, que de 1996 a 2007 bajó 400 puntos la prima de riesgo y que había una liquidez enorme, ávida de rentabilidad. También recibimos cuatro millones de inmigrantes y se construyeron cinco millones de casas.
Evidentemente, en este ciclo virtuoso se cometieron excesos. Lo que tiene que hacer ahora el sistema es seguir haciendo provisiones hasta que se ajuste. Aquí hay una demanda natural que permitiría cubrir en torno a las 300.000 viviendas al año. Pero estamos lejos de ello. Sobre todo por una falta de expectativas. La gente cree que los precios van a seguir bajando, que la economía no se recupera... Para mejorar las expectativas de nada sirve actuar sobre el consumo interno, que va a estar en una situación de atonía por el paro y el endeudamiento. Hay que hacer políticas que mejoren la perspectiva de crecimiento, y éste depende de dos variables: la demografía y la productividad. La primera es neutra. Y para potenciar la productividad hay que presentar las reformas e invertir en educación y en I+D+i.
Respecto al crédito, es verdad que las grandes compañías españolas están saneadas y que su necesidad crediticia es baja. Creo que la diferencia entre la aversión al riesgo de las entidades y la necesidad de crédito de los emprendedores también es una cuestión de perspectiva. Cualquier emprendedor nos plantea un plan de negocio, que se basa en perspectivas. En la medida en que éstas no cambien, hay que hacer un auténtico acto de fe para creerse el plan. Quizá el año próximo el sistema esté razonablemente saneado para apoyar la recuperación.
Pablo Rodríguez Suanzes. – Al principio ha dicho que se puso como ejemplo de solidez al sistema financiero español. ¿Cómo es posible que poco después se tuviera que reestructurar por completo el sistema más sólido del mundo?
Á. R.– El sistema financiero español resistió el primer embate de la crisis financiera internacional de una manera ejemplar porque no tenía exposición a las subprime. Pero las cajas de ahorro, por su peculiaridad jurídica, no pueden tomar capital de los mercados y su única capacidad de generarlo es la orgánica. Ha habido cajas que estuvieron especialmente expuestas y con una estructura de ingresos débil. De todas modos, España es el país de nuestro entorno que menos dinero público ha destinado al sistema financiero.
J. T. D.– ¿Cree que es conveniente adelantar las elecciones? ¿Está perjudicando a la economía la fragmentación autonómica?
A. R.– Como banco privado, no voy a entrar en cuestiones electorales. Y la primera tarea de este Gobierno, o del que salga de unas elecciones, va a ser la misma: seguir reduciendo el déficit y ejecutando reformas. No hay alternativa.
Respecto a la fragmentación del mercado, distintos ámbitos políticos hablan de una reforma de las administraciones públicas. Pero no creo que esté en cuestión el modelo autonómico español. Lo que hay que revisar es la sostenibilidad del gasto. Y toda fragmentación del mercado es un lastre para la recuperación.
Javier Gallego.– ¿Qué opinión le merecen las agencias de rating? ¿Es partidario de una agencia europea?
Á. R.– Estoy a favor de que se constituya una agencia europea y creo que las agencias de rating están teniendo una aproximación a sus valoraciones bastante procíclica.
F. P. – ¿Debe reestructurarse la deuda de Grecia?
Á. R. – Uno de los grandes debates que tenemos hoy es la falta de un liderazgo político europeo. Los actores políticos en Europa todavía no se han dado cuenta del verdadero impacto que tiene la unión monetaria. Estamos condenados a que se complete con una mayor unión fiscal y, por tanto, deberemos admitir que la UE absorba los problemas de alguna que otra economía. Para ello, deberá pedir requisitos de gestión del déficit, de gestión del endeudamiento, de inflación, de políticas salariales... Grecia es un problema que afecta a una pequeñísima parte del PIB europeo y que debería haberse solucionado hace mucho tiempo.
Su solución debería pasar por una mayor integración fiscal. Por tanto, por una pérdida de soberanía. También por una emisión de bonos europeos o por un mecanismo de bonos garantizados por Europa. Creo que es una decisión política que hay que tomar ya, porque cuanto más la posponemos, más caro es resolverlo, más se amplían las primas de riesgo.
Considero dudoso que favorezca a Grecia una reestructuración con descuento en la deuda. Mientras ese país no tenga un superávit neto, no va a mandarle a los mercados un mensaje concluyente. Un simple descuento no hace más apetecible a los bancos prestarle dinero. Aquí lo que se ve otra vez es una crisis donde la voz cantante la llevan los inversores a corto plazo, los especulativos, que con los mecanismos de rescate ganan siempre. ¿Y quién va a perder si hay una quita? Quien ha invertido a largo plazo en el país.
J. M. – ¿Cuál es su opinión sobre las medidas de alivio a hipotecados que aprobó el Gobierno? ¿Y respecto al impuesto a las transacciones financieras que ha sugerido el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso?
Á. R.– Las medidas para los hipotecados van a tener un efecto muy limitado, pero hay que respetar que la situación de muchas familias es compleja. Y ya existe la posibilidad de la dación en pago en la normativa española. Cualquier alternativa de dación en pago como única vía es mala para la generalidad de las familias. Para aliviar teóricamente a un porcentaje minoritario de ellas, perjudicamos al 80% de las que tienen vivienda en propiedad. Porque si ése pasa a ser el estándar, va a haber financiación más escasa y más cara al financiarse porcentajes más bajos [del precio de la vivienda]. Habrá menos transacciones y eso afectará al precio. Además, la tasa de morosidad hipotecaria en España es baja, en torno al 3%.
Respecto a la segunda pregunta, penalizar la actividad financiera con tasas o impuestos la debilita. Por tanto, no estoy a favor.
P. R. S. – ¿Qué le parece que la banca europea comparta los costes del rescate a Grecia, como ha pedido Angela Merkel?
Á. R.– Los mecanismos de rescate a Grecia sólo han comprendido la aportación de liquidez por parte de Europa a cambio de unas medidas de ajuste muy duro en el país. Alemania propone ir un paso más allá: si los acreedores privados comparten el esfuerzo, comparten la pena. Que se dé una respuesta europea a la crisis. Si atendemos al problema de liquidez y, a la vez, al de solvencia, podrá compartirse la carga. ¿Cómo? Con bonos garantizados por Europa. Estas crisis no deberían caer sobre el contribuyente.
El Mundo, 10 de julio de 2011, Mercados, págs. 6-7