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domingo, 10 de julio de 2011

Y Zabi no pudo cerrar el puño. Asesinan al travesti más famoso de Afganistán


Plàcid Garcia-Planas

Zabi muestra su mano al reportero.

Tiene algunos anillos y dos uñas rosas que sobresalen de sus dedos meñique y pulgar.

–¿Por qué te recortas las uñas de los tres dedos centrales?

–Para poder cerrar bien el puño y pegar mejor –responde.

Zabi vuelve a extender la mano para señalar las cicatrices de navaja que se dibujan en su muñeca, entre sus dedos: no es fácil ser travesti en Afganistán...

Así empezaba el reportaje del travesti más famoso de Afganistán que La Vanguardia publicó el 1 de noviembre del 2009. Con la voluntad de arrear un buen guantazo si hacía falta.

Pero, al final, Zabi no pudo cerrar el puño. Hace seis meses fue invitado a bailar en la boda de una familia de carniceros del distrito de Chaharasyab, provincia de Kabul. Después de la fiesta, esa misma familia lo mató y despedazó su cuerpo con los cuchillos de la carnicería.

A Zabi lo habían intentado pegar, atacar, apuñalar y violar muchas veces. Antes, durante y después de las bodas. Tan arraigada está en Afganistán la costumbre de pagar a travestis para que bailen danzas tradicionales en fiestas –en temporada alta, Zabi actuaba hasta cinco días a la semana– como cargárselos a lo bestia después del festejo. En el último año, comentaba él, habían matado a dos travestis. Uno en la misma boda en la que actuaba y otro al salir del casamiento.

–¿Te defiendes? –pregunté a Zabi.

–¡Claro! Cuando lucho lo hago como un macho.

–¿Le han matado los talibanes? –pregunto hoy por internet al pastún de Kabul que hizo de traductor en la entrevista y que, seis meses después, nos da la noticia del crimen.

–No –responde–. A Zabi lo mataron pastunes (la etnia vertebral de los talibanes) que no son talibanes.

–¿Pastunes?

–Pastunes como yo... je, je, je...

–...

–La gente de la zona dice que su muerte fue buena no sólo para Afganistán, sino para todo el islam, y que harán lo mismo con todos los chicos como él.
A Zabi –de etnia tayika: los tayikos son tres centímetros más tolerantes que los pastunes– le han descuartizado pastunes que no son talibanes: en el país de los burkas no hace falta ser talibán para actuar como un talibán, y esta es una de las realidades que marcan –con cuchilla– el futuro, el presente y el pasado de Afganistán.

En un país en guerra desde hace tres décadas, donde no hay nadie que no haya sufrido algún tipo de injusticia, que descuarticen a un travesti es casi un acto de justicia. La policía no ha movido un dedo, y no porque la zona donde fue asesinado esté –como está– fuera de su control.

La realidad es infinita y triste en Afganistán: la mirada de Zabi era el otro lado del espejo de Steve McCurry y la niña afgana que fotografió en 1984 para la portada de National Geographic.

¿Qué fotografía tendrán sus hijos para recordar a su padre?... Sí, sus hijos. Porque Zabi me contó que tenía novio, "él es muy fuerte", pero se calló que también tenía una mujer y dos hijos pequeños: a ellos enviaron los carniceros de Chaharasyab su cuerpo descuartizado.

–Todo Kabul me conoce. También bailo en Jalalabad y Mazar-i-Sharif. ¡Soy tan fácil de localizar! –suspiraba.

En el momento decisivo, Zabi no pudo cerrar el puño... O quizá sí, y con todo el rímel de sus pestañas, antes de caer, logró arrear un buen guantazo a alguno de los carniceros... Inshallah.

El día de la entrevista, Zabi actuaba en la zona del mercado viejo de Kabul, bailando en el reservado de un restaurante putrefacto con ventanas abocadas a un cruce inundado de burkas y turbantes. Todo muy discreto. Todo en el borde de un precipicio. Todo –bienvenidos a Afganistán– bastante alucinante: al otro lado de la pared, de la misma pared, en el extremo del restaurante, hombres barbudos y piadosos iban rezando sus plegarias ante una alfombra tejida con la silueta de La Meca y su Kaaba.

El baile underground en el restaurante putrefacto terminó como tenía que terminar: mal. Al parecer, el encargado no dijo al dueño que en el reservado actuaba un travesti, y al dueño, enfurecido, le faltó un milímetro para echar a Zabi del local a culatazos de kalashnikov.

–Lo dice el Corán: los que matan a gente como esta tienen un lugar reservado en el paraíso –comentó el traductor pastún (el del je, je, je) mirando la fiesta acabar como el rosario de la aurora.
(Hoy, los que lo han descuartizado deben de andar convencidos de que Dios les tiene preparado algún reservado).

–¿Quieres que añada algo más en el reportaje? –pregunté a Zabi ya en la calle.

–Sí. Que alguien me saque de este país.

http://www.lavanguardia.com/internacional/20110710/54184273929/asesinan-al-travesti-mas-famoso-de-afganistan-y-envian-el-cuerpo-descuartizado-a-su-familia.html

La proyección del 10-J (Josep Gisbert)

Hace un año de la multitudinaria manifestación que, tras la sentencia del Tribunal Constitucional contra el Estatut, recorrió el centro de Barcelona al grito de independencia. La imagen de un millón muy largo de catalanes que el 10 de julio del 2010 abarrotaba el paseo de Gràcia, la Gran Via y todas las calles adyacentes impactó más de lo que algunos habrían deseado y sigue presente en el recuerdo de muchos, pero el paso del tiempo es como si la hubiera ido diluyendo. ¿Qué queda ahora de aquella imponente demostración de fuerza? ¿Sirvió realmente de algo la protesta? ¿Dónde está el espíritu del 10-J?

Mucho ha llovido en estos doce meses, para bien y para mal. Por un lado, el proceso de las consultas populares sobre la independencia ha seguido su curso y ha culminado, de momento, con la de Barcelona, que ha servido para certificar a propios y extraños el éxito de la empresa. Por otro, las últimas elecciones catalanas han corroborado la endémica fragmentación del espacio independentista, que, incapaz de articularse en una opción política seria, sigue dejando huérfanos a muchos miles de votantes que o bien se han quedado en casa o bien han optado por prestarle el voto a Artur Mas, pero sólo esta vez. Por otro, PSOE y PP, cada uno a su manera, han intensificado si cabe la presión en contra de los intereses de Catalunya, unos recurriendo a la asfixia económica y otros agitando la bandera del conflicto lingüístico, tan peligrosa como irresponsablemente en los dos casos. Y por otro, CiU, en tanto que principal formación nacionalista, no tira del carro como hacen sus homólogas en, por ejemplo, Escocia, Flandes o Quebec, sino que, muy al contrario, va permanentemente con el freno puesto, en espera de váyase a saber qué.

A pesar de todo ello, la realidad es que, un año después, casi un 43% de la población votaría a favor de la independencia si ahora se celebrara un referéndum, y no únicamente esto, sino que tan sólo un 28% lo haría en contra, según ha revelado el último barómetro del Centre d’Estudis d’Opinió (CEO). Una tendencia que demostraría que el espíritu del 10-J -más allá de la manifestación de aniversario anunciada para el sábado- se ha proyectado y ha calado más sólidamente en la sociedad de lo que políticamente se da a entender y que, en la práctica, dejaría la situación muy bien encarrilada para la celebración de una consulta de carácter oficial. La ciudadanía está dando muestras más que sobradas de madurez para afrontar el reto y, en todo caso, el problema lo tendría una pusilánime clase política a la que la simple posibilidad de su convocatoria parece que le causa pánico. ¿O es que alguien en la Europa del siglo XXI no estaría dispuesto a aceptar el veredicto libremente expresado en las urnas?

Un escenario, en cualquier caso, en el que iría siendo hora de que CiU aclarara de una vez por todas qué quiere ser de mayor. Porque cuando máximo dentro de un año su propuesta estrella de reclamar un pacto fiscal, al estilo del concierto económico, salte por los aires por el rechazo bien del PP bien del PSOE, o de ambos, ¿qué nuevo conejo le quedará a Artur Mas para sacarse de la chistera a fin de mantener fidelizada a la parroquia? Probablemente sólo el de emprender de forma definitiva el camino de la independencia.

http://blogs.lavanguardia.com/pasos-perdidos/2011/07/07/la-proyeccion-del-10-j/

La inhumación del zapaterismo (Lucía Méndez)

«Romanos, compatriotas y amigos, a inhumar a César vengo, no a ensalzarle». El espléndido discurso de Rubalcaba que ha reconfortado el alma del PSOE bien podría haber empezado como la oración fúnebre de Marco Antonio ante el cuerpo sin vida de Julio César en las escaleras del Capitolio, tal y como lo imaginó Shakespeare. Habrá un antes y un después del discurso de Rubalcaba, había dicho el presidente. En efecto, el antes era él y ha quedado definitivamente atrás.

La primera escena de la consagración de Rubalcaba fue premonitoria. Zapatero no sabía qué hacer con las manos ni con el cuerpo cuando entró en el escenario en compañía del candidato. No podía levantar la mano para saludar porque a quien aplaudían, por primera vez en 11 años, era a otro. «Presidente, presidente», gritaban y no se referían él. Sonreía mirando sin saber a dónde.

Una vez el protagonista se hizo dueño de la escena, despachó la oración fúnebre de su antecesor en un pis pas, volviendo a la noche en la que Zapatero se diluyó en los mercados y su corazón empezó a latir al ritmo de la prima de riesgo. La noche del 9 de mayo de 2010, recordó su sucesor, habló con él muchas veces –dijo él, no presidente– y no estaba preocupado por su futuro, ni por el del PSOE. «Sólo decía: ‘No nos puede pasar lo que le va a pasar a Grecia porque lo pagarán varias generaciones de españoles’. Gracias por todo, José Luis». Zapatero se levantó de su silla de militante y recibió los aplausos con una emoción contenida. A su lado, Sonsoles, que fue la que realmente se emocionó, casi al borde de las lágrimas.

El PSOE procedió ayer a la inhumación del zapaterismo sin derramar una lágrima y sin sentimiento de culpa. Una mañana del mismo mes de julio que le aupó hace 11 años al liderazgo en el mismo escenario. «Todos lo amasteis una vez, y no sin causa. ¿Qué razón, pues, detiene ahora vuestro llanto?», decía Marco Antonio a los romanos. La razón en este caso es muy sencilla. Los socialistas han sufrido una regresión a su pasado con muy buena gana. Han arrancado las hojas del calendario hasta regresar a la generación que mandaba hace 11 años. Allí estaba José Bono, el enlace entre una y otra época, para certificar el regreso a las esencias.

El público se rindió ante lo bien que habla Rubalcaba, como los romanos se rindieron ante el verbo de Marco Antonio. El discurso fue bueno, de brillante conferenciante, pero sin emoción, sin autocrítica, sin traspasar la tarima de profesor. Alabaron su afán pedagógico, sus exigencias a los bancos, el abandono de la vieja consigna del miedo a la derecha, su giro a la izquierda después del sufrimiento de las bases con el volantazo reformista de Zapatero.

«La crisis consiste precisamente en el hecho de que lo antiguo fenece y lo nuevo no puede nacer; en este interregno aparece una gran variedad de síntomas mórbidos», anotó Gramsci en su cuaderno en una cárcel de Bari. Lo antiguo ha fenecido en el PSOE. Lo nuevo ya veremos si nace después de las generales. En cuanto a síntomas mórbidos, el saludo de Rubalcaba y Chacón fue interrumpido por quienes realizaban la señal que emitían las pantallas del Palacio de Congresos.

El Mundo, 10 de julio de 2011, pág. 6

Álvaro Colom: "Guatemala ha llegado a su límite"

Jacobo G. García

Llegó al poder prometiendo sanidad, educación y comida para los más pobres, pero se despide del Gobierno –en septiembre hay elecciones– con el asesinato de un popular cantautór y medio país (Petén y Verapaz) controlado por el cártel de Los Zetas. El presidente Álvaro Colom recibió a EL MUNDO en su residencia oficial en Ciudad de Guatemala pocos días después de que la comunidad internacional decidiera, en la pasada Cumbre de Seguridad, aportar 2.0000 millones de dólares para frenar la ola de terror que ha puesto al país centroamericano contra las cuerdas.

Pregunta.– ¿Cuál es la situación actual en su país?

Respuesta.– Guatemala ha llegado a su límite. Hemos llegado a lo más alto de la curva pero reducir el número de ejecuciones será imposible si no hay un verdadero apoyo para enfrentar a esta gente. Sólo las incautaciones de armas entre diciembre y enero fueron superiores a las que tiene una brigada militar. El narco tiene una capacidad infinita de matar y de comprar a quien se pone en frente. La región no puede más. Y, en el caso de Guatemala, o crecemos en seguridad y justicia –jueces, fiscales, investigadores– o simplemente vamos a incautar e incautar pero no a frenar las muertes.

P.– ¿Guatemala está tomado por el narco y por el cártel de Los Zetas?

R.– Los Zetas no son un cártel sino un supermercado internacional del crimen: matan, secuestran a emigrantes, cobran chantajes, mueven droga, venden droga... Los Zetas vienen de una estructura militar –está fundado por ex kaibiles, las fuerzas especiales del ejército de Guatemala– que salen de las guerra que se vivió durante los años 80. Veintitrés de los 80 Zetas que hemos detenido en los últimos meses son mexicanos, el resto guatemaltecos y hondureños. Así que yo no veo a Los Zetas como un cártel mexicano sino como una multinacional del crimen contra la que tenemos que trabajar unidos.

P.– ¿Quién tiene la culpa de haber llegado a esta situación?

R.– La droga se produce en la zona andina, pero se consume en Europa y Estados Unidos. Nosotros, entretanto, estamos en el medio y ponemos los muertos. Lo más importante es la corresponsabilidad entre Europa y EEUU. De nada sirve el combate contra el narcotráfico si no luchamos contra el tráfico de químicos o el lavado de dinero; si eso no se destruye se seguirá generándose violencia. La frontera al otro lado del Río Bravo frena emigrantes, pero no detiene el dinero, las armas, la cocaína… No es una frontera que valga. De ahí la importancia de corresponsabilidad.

P.– ¿Qué grado de penetración tiene el narco en las instituciones?

R.– Ha penetrado prácticamente todas las estructuras e instituciones. ¡Imagínese, hemos incautado 11.000 millones de dólares al narco! Su capacidad de corromper es impresionante. En Guatemala se han infiltrado en todas las estructuras públicas y privadas del país. El año pasado metimos en la cárcel a dos cúpulas de la policía, echamos a 1.400 agentes y cambiamos tres veces a la cúpula militar, pero esta gente está siempre buscando el precio de los funcionarios. El país está asediado por el narco.

P.– ¿Considera que se ha convertido en un estado fallido?

R.- No, yo diría que íbamos camino del Estado fallido, pero hemos recuperado terreno al narco, en los últimos años concretamente unos 1.000 kilómetros cuadrados de territorio que controlaban ellos. Sin embargo, la vuelta del narco a Verapaz y en Petén hace que volvamos a ir en esta dirección y ahora hay una diáspora de los sicarios que están descontrolados. La amenaza es permanente.

P.- La Corte acaba de decidir que su divorcio es un fraude de ley y que su mujer, Sandra Torres, no puede presentarse a las elecciones.

R.- No hay fraude de ley. El partido presionó para que Sandra fuera candidata hasta que el 6 de marzo de 2011, Sandra me dijo que se iba a presentar. Ese mismo día decidimos divorciarnos porque su campaña no favorece al Gobierno, y también para no poner en un aprieto a la justicia. Es un divorcio real y una separación real. Yo creo que Sandra tiene derecho a presentarse incluso sin divorcio.

El Mundo, 10 de julio de 2011, pág. 27

Ángel Ron Güimil (Banco Popular): "Poner de chivo expiatorio a la banca es muy fácil ahora"

«La banca no ha sido la causante de la crisis». Partiendo de esta premisa, el presidente del Banco Popular, Ángel Ron, se defiende de las últimas críticas del Gobierno y carga contra su propuesta de subir los impuestos. «En momentos de crisis se busca un chivo expiatorio, y atacar los salarios de la banca es relativamente fácil», explica en los Foros de EL MUNDO/KPMG. Ron considera positiva la salida de las cajas a Bolsa, aunque reconoce que «no es buen momento». Y critica la falta de coraje político para atajar la crisis griega, de la que se están beneficiando los especuladores.

El presidente del Banco Popular defiende la solidez del sistema financiero, cuya única debilidad atribuye a las «peculiaridades» de las cajas. En plena tormenta sobre los salarios de la banca presume en el Foro de El MUNDO/KPMG de su «conservadora» política de retribuciones y rehúye entrar en cuestiones políticas. Pero sí se atreve a reclamar mayor integración fiscal en la UE, aun a costa de una pérdida de soberanía.

Justino Sinova.– ¿Cómo se mantiene el Banco Popular en la actual crisis y cuáles son sus perspectivas?

Ángel Ron. – Al comienzo de la crisis, decidimos centrarnos en tres cosas: reforzar la solvencia, y la hemos aumentado en un 50%; reforzar la liquidez, porque los mercados estaban muy volátiles, y reforzar la acción comercial, porque con 2.000 oficinas debes poner mucha presión en la red comercial para que continúe activa en la crisis. Tres años después, a 31 de marzo, tenemos la ratio de core capital más alto de la banca cotizada, hemos reducido 70 puntos porcentuales la dependencia de los mercados, tenemos más financiación de depósitos y ha crecido un 13% la cuota de mercado en los últimos 18 meses. Nuestros valores de largo plazo nos han permitido pasar la crisis con salud, sin ayudas y con unas perspectivas razonables.

Francisco Pascual.– En las últimas semanas diferentes miembros del Gobierno han atacado los altos sueldos de los banqueros.

Á. R. – Nos preocupa este deterioro de imagen, que se materializa en opiniones negativas y en las movilizaciones. Creo que se hace una lectura en exceso simplista de la actividad financiera, a la que se ha puesto como ejemplo de la fortaleza de la economía española hasta hace bien poco. Es verdad que hay familias que lo están pasando mal, que padecen ejecuciones hipotecarias que les dejan sin vivienda. Son asuntos que requieren un análisis y, probablemente, alguna solución. Pero hasta ahora no he oído ninguna que impida que la persona se quede sin casa.

Primero: la banca no ha sido la causante de la crisis en España. Segundo: sufrimos una crisis financiera como no se conocía desde la II Guerra Mundial. Pero esa crisis en España, realmente, afecta a pocas entidades. Y no es justo que la situación de unas pocas esté afectando a la totalidad. Por tanto, la banca tiene que hacer un esfuerzo de comunicación de lo que hace y por qué.

Respecto a los salarios, el Popular hace públicos los de su presidente y altos ejecutivos desde hace 20 años. Hemos practicado siempre una política de retribución muy conservadora, tanto en tiempos de bonanza, cuando decían que pagábamos muy poco, como en tiempos de crisis... Después, los salarios de la banca, como los de cualquier empresa privada, los determinan sus órganos de administración. Y poner un impuesto especial al sueldo de alguien que trabaja en banca y no ponérselo a quien gana lo mismo en otro sector... sería algo realmente novedoso.

Juan T. Delgado.– ¿Considera una estrategia política las críticas del Gobierno a la banca?

Á. R. – En momentos de crisis se trata de buscar un chivo expiatorio y atacar los salarios de la banca es relativamente fácil. Lo que hay que ver es qué han valorado los órganos de administración de la entidad para retribuirlo. Además, los sueldos de la banca están siendo regulados también, en Europa y por el Gobierno en sus últimas normas. Igualmente creo que las entidades que han recibido ayudas públicas deberían tener unos estándares de retribución que queden perfectamente claros, de tal manera que el contribuyente perciba a quién se paga y por qué, pero no creo que se deba ir más allá. Si se hace una limitación general, acabará dañando la competencia y expulsando a los mejores que hay que atraer para gestionar las entidades.

Vicente Lozano.– Si el crédito es el negocio básico de la banca y el sistema está saneado, ¿por qué no crece el crédito? ¿Cree que es buen momento para salga a Bolsa un banco?

Á. R. – La cuestión hoy no es si el crédito crece, sino si hay capacidad para prestar actividades solventes y que ofrezcan buenos retornos. La mitad del sistema financiero está integrado por bancos, que no han pedido ayudas públicas, no le han costado ni un solo euro al contribuyente, y siguen prestando. ¿La otra mitad? Un 20% de las cajas está transformándose en bancos y tiene una posición financiera desahogada. Otro 20% ha acudido, tras recibir fondos del Frob, al mercado, al inversor privado, para financiarse. Y el 10% restante ha pedido fondos públicos y está en proceso de valoración. Es evidente que necesitamos que todo el sistema esté saneado para que pueda prestar y ayudar a la recuperación de la economía.

Y no, no es el mejor momento para salir a Bolsa. Pero si consideramos que estamos en una reestructuración de las cajas como no se ha visto nunca, introduciendo en el sector el escrutinio de los mercados, creo que la salida a Bolsa de una caja transformada en banco es una buena noticia, para las cajas, para el proceso financiero y para el país.

Maite Alonso.– ¿El éxito de las cajas en Bolsa significará que España se desacople de los países periféricos? Y una reflexión: una vez en Bolsa, crecerá el peso de las cajas en el mercado porque habrá quien prefiera Bankia a Popular o Sabadell.

Á. R.– El desacople de España respecto a Grecia, Portugal e Italia no se va a producir por que tenga éxito la salida a Bolsa de Bankia. Los desafíos de la economía española son muy identificables. El primero es seguir cumpliendo, inexorablemente, el compromiso de reducción de déficit. El segundo, que no se ven los efectos de las reformas ni en el crecimiento ni en el paro. Es evidente que el reto del Gobierno consiste en reducir el déficit, reformar el mercado laboral y reasignar a los parados de la construcción en otros sectores. Y hay un tercer factor, la reestructuración del sistema financiero, que tiene dos desequilibrios básicos: exceso de capacidad instalada y exceso de activos inmobiliarios no rentables en sus balances.

El sistema ha hecho provisiones por casi el 10% del PIB; o sea, se ha hecho un ajuste. Los bancos lo han hecho contra su cuenta de resultados. No le han provocado un problema al país por eso. Lo que hay hacer es minimizar el impacto para el Estado de las ayudas a las cajas. Eso es un 10% del mercado. Pero tenemos un 20% que ha decidido que recapitalizarse es mejor, lo cual a mí me parece muy saludable. Que eso salga bien es relevante para España, porque daría la visión de que, a determinados precios, hay apetito inversor y de que se ve un escenario de salida a los problemas de esa parte del sistema. Después, en el medio plazo, estas entidades también deben demostrar que son sostenibles.

Por otra parte, en el corto plazo sí puede haber inversores que quieran hacer hueco en sus carteras para Bankia y que eso suponga una menor exposición a bancos como el Popular. Pero en el medio plazo el inversor acaba invirtiendo por fundamentales. Y el Popular sigue siendo el banco más eficiente de Europa.

John Müller.– La impresión que tenemos todos con la burbuja inmobiliaria es que hubo excesos a la hora de dar créditos, ¿cómo lo analiza el Popular? Además, decía el presidente de la CEOE que sí hay crédito. Pero que muchos banqueros se quejan: «A los que queremos darles crédito no nos vienen a pedir». ¿Cómo solucionamos el atasco entre los emprendedores y la aversión al riesgo de los que suministran el crédito?

Á. R.– Nadie se da cuenta de que está inmerso en una burbuja porque siempre hay un informe que justifica que no existe. Y esos informes decían que en España la mujer accedía al mercado de trabajo, que de 1996 a 2007 bajó 400 puntos la prima de riesgo y que había una liquidez enorme, ávida de rentabilidad. También recibimos cuatro millones de inmigrantes y se construyeron cinco millones de casas.

Evidentemente, en este ciclo virtuoso se cometieron excesos. Lo que tiene que hacer ahora el sistema es seguir haciendo provisiones hasta que se ajuste. Aquí hay una demanda natural que permitiría cubrir en torno a las 300.000 viviendas al año. Pero estamos lejos de ello. Sobre todo por una falta de expectativas. La gente cree que los precios van a seguir bajando, que la economía no se recupera... Para mejorar las expectativas de nada sirve actuar sobre el consumo interno, que va a estar en una situación de atonía por el paro y el endeudamiento. Hay que hacer políticas que mejoren la perspectiva de crecimiento, y éste depende de dos variables: la demografía y la productividad. La primera es neutra. Y para potenciar la productividad hay que presentar las reformas e invertir en educación y en I+D+i.

Respecto al crédito, es verdad que las grandes compañías españolas están saneadas y que su necesidad crediticia es baja. Creo que la diferencia entre la aversión al riesgo de las entidades y la necesidad de crédito de los emprendedores también es una cuestión de perspectiva. Cualquier emprendedor nos plantea un plan de negocio, que se basa en perspectivas. En la medida en que éstas no cambien, hay que hacer un auténtico acto de fe para creerse el plan. Quizá el año próximo el sistema esté razonablemente saneado para apoyar la recuperación.

Pablo Rodríguez Suanzes. – Al principio ha dicho que se puso como ejemplo de solidez al sistema financiero español. ¿Cómo es posible que poco después se tuviera que reestructurar por completo el sistema más sólido del mundo?

Á. R.– El sistema financiero español resistió el primer embate de la crisis financiera internacional de una manera ejemplar porque no tenía exposición a las subprime. Pero las cajas de ahorro, por su peculiaridad jurídica, no pueden tomar capital de los mercados y su única capacidad de generarlo es la orgánica. Ha habido cajas que estuvieron especialmente expuestas y con una estructura de ingresos débil. De todas modos, España es el país de nuestro entorno que menos dinero público ha destinado al sistema financiero.

J. T. D.– ¿Cree que es conveniente adelantar las elecciones? ¿Está perjudicando a la economía la fragmentación autonómica?

A. R.– Como banco privado, no voy a entrar en cuestiones electorales. Y la primera tarea de este Gobierno, o del que salga de unas elecciones, va a ser la misma: seguir reduciendo el déficit y ejecutando reformas. No hay alternativa.

Respecto a la fragmentación del mercado, distintos ámbitos políticos hablan de una reforma de las administraciones públicas. Pero no creo que esté en cuestión el modelo autonómico español. Lo que hay que revisar es la sostenibilidad del gasto. Y toda fragmentación del mercado es un lastre para la recuperación.

Javier Gallego.– ¿Qué opinión le merecen las agencias de rating? ¿Es partidario de una agencia europea?

Á. R.– Estoy a favor de que se constituya una agencia europea y creo que las agencias de rating están teniendo una aproximación a sus valoraciones bastante procíclica.

F. P. – ¿Debe reestructurarse la deuda de Grecia?

Á. R. – Uno de los grandes debates que tenemos hoy es la falta de un liderazgo político europeo. Los actores políticos en Europa todavía no se han dado cuenta del verdadero impacto que tiene la unión monetaria. Estamos condenados a que se complete con una mayor unión fiscal y, por tanto, deberemos admitir que la UE absorba los problemas de alguna que otra economía. Para ello, deberá pedir requisitos de gestión del déficit, de gestión del endeudamiento, de inflación, de políticas salariales... Grecia es un problema que afecta a una pequeñísima parte del PIB europeo y que debería haberse solucionado hace mucho tiempo.

Su solución debería pasar por una mayor integración fiscal. Por tanto, por una pérdida de soberanía. También por una emisión de bonos europeos o por un mecanismo de bonos garantizados por Europa. Creo que es una decisión política que hay que tomar ya, porque cuanto más la posponemos, más caro es resolverlo, más se amplían las primas de riesgo.

Considero dudoso que favorezca a Grecia una reestructuración con descuento en la deuda. Mientras ese país no tenga un superávit neto, no va a mandarle a los mercados un mensaje concluyente. Un simple descuento no hace más apetecible a los bancos prestarle dinero. Aquí lo que se ve otra vez es una crisis donde la voz cantante la llevan los inversores a corto plazo, los especulativos, que con los mecanismos de rescate ganan siempre. ¿Y quién va a perder si hay una quita? Quien ha invertido a largo plazo en el país.

J. M. – ¿Cuál es su opinión sobre las medidas de alivio a hipotecados que aprobó el Gobierno? ¿Y respecto al impuesto a las transacciones financieras que ha sugerido el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso?

Á. R.– Las medidas para los hipotecados van a tener un efecto muy limitado, pero hay que respetar que la situación de muchas familias es compleja. Y ya existe la posibilidad de la dación en pago en la normativa española. Cualquier alternativa de dación en pago como única vía es mala para la generalidad de las familias. Para aliviar teóricamente a un porcentaje minoritario de ellas, perjudicamos al 80% de las que tienen vivienda en propiedad. Porque si ése pasa a ser el estándar, va a haber financiación más escasa y más cara al financiarse porcentajes más bajos [del precio de la vivienda]. Habrá menos transacciones y eso afectará al precio. Además, la tasa de morosidad hipotecaria en España es baja, en torno al 3%.

Respecto a la segunda pregunta, penalizar la actividad financiera con tasas o impuestos la debilita. Por tanto, no estoy a favor.

P. R. S. – ¿Qué le parece que la banca europea comparta los costes del rescate a Grecia, como ha pedido Angela Merkel?

Á. R.– Los mecanismos de rescate a Grecia sólo han comprendido la aportación de liquidez por parte de Europa a cambio de unas medidas de ajuste muy duro en el país. Alemania propone ir un paso más allá: si los acreedores privados comparten el esfuerzo, comparten la pena. Que se dé una respuesta europea a la crisis. Si atendemos al problema de liquidez y, a la vez, al de solvencia, podrá compartirse la carga. ¿Cómo? Con bonos garantizados por Europa. Estas crisis no deberían caer sobre el contribuyente.

El Mundo, 10 de julio de 2011, Mercados, págs. 6-7

El déjà vu de los argentinos en Grecia

Adrián Pérez

La crisis que viven en Europa, como reflejo de la nuestra en 2001.

Son pocos, llegaron con contratos o para estudiar, y se encuentran con una película ya vista: despidos, protestas callejeras, parejas y amigos desempleados, pesimismo y planes de emigración que incluyen Argentina.

Según los cálculos de Martín Lafforgue, cónsul argentino en Atenas, en Grecia viven 350 argentinos. Sesenta son futbolistas con contratos de dos a tres años. Otros trabajan en la construcción, dan clases de español o tango, estudian, o trabajan en gastronomía. “Si bien los argentinos no muestran problemas para integrarse a la sociedad helena, están sufriendo y viviendo lo mismo que viven los griegos. Incluso, sé de algunos que están pensando en regresar al país”, asegura Lafforgue. Página/12 conversó con dos argentinos que residen en Atenas sobre la crisis que atraviesa Grecia. Gabriel Marino llegó a Grecia, en octubre de 2008, como bailarín de una compañía de tango. El viaje era por cuatro meses pero terminó quedándose. Comenzó a dar clases en diferentes escuelas y a fuerza de trabajo se hizo conocido en las milongas helenas. “Las puertas no se abren fácilmente, los griegos están cansados de los argentinos que no saben bailar”, comenta, y duda cuando comparte con Página/12 su proyecto de abrir una escuela de tango. No saber si Grecia abandonará el euro lo llena de incertidumbre y angustia. “No me animo a dar un paso adelante. Uno no sabe si invertir la plata o guardarla en el colchón”, confiesa el rosarino de 33 años. Dos semanas atrás se habló de un record de millones de euros que se sacaron de los bancos.

En su primera semana en Atenas se enamoró de una ingeniera electrónica que trabaja en una empresa privada. Su situación laboral empeoró junto a los recortes económicos. “Acá no se salva nadie. Si estuviese solo volvería a Argentina”, admite. Con su novia comparte un departamento en Arguirupolis, un barrio alejado de los gases lacrimógenos que se respiraron en las protestas callejeras de plaza Syntagma. Gabriel afirma que para su novia sería imposible vivir sola con un sueldo de 1400 euros.

El contexto griego le trae un sabor amargo. “Lo que estamos viviendo se asemeja mucho a la crisis que Argentina vivió en 2001 –señala–. Acá hay mucha gente que se está viniendo abajo.” Uno de sus vecinos perdió su trabajo y tiene que mudarse. Hace unos días escuchó que le decía a la dueña del departamento que no quería dejar el barrio. “Está empezando a haber ‘malaria’ e inseguridad”, agrega.

Más cerca de la danza que del activismo político, Gabriel fue a tres marchas. Debutó en una movilización por la muerte de Alexis Grigoropoulos, un joven griego asesinado por el policía Epaminondas Korkoneas, en diciembre de 2008. Con el surgimiento de los indignados, el bailarín volvió a las marchas. De ese movimiento destaca dos cuestiones: la gente que se fue sumando, y la cobertura de los medios griegos, que tapan lo que ocurre en las asambleas y sólo rescatan situaciones de violencia como la que se vivió hace diez días, cuando el Parlamento aprobó el paquete económico impulsado por los organismos financieros internacionales. “Lo mismo pasa en España, donde los diarios usan Photoshop para inventar claros en las movilizaciones”, afirma.

Gabriel vuelve a dudar. Esta vez se pregunta si el pueblo tolerará un nuevo plan de ajuste. “Mucha gente dice que antes se vivía mejor, que Grecia no debió haber ingresado al euro. Otros dicen que entró a la UE para protegerse de la amenaza de Turquía y su constante demanda sobre las islas griegas”, señala. También considera que el elevado gasto público fue ahogando a la economía. “Acá se vivió una fiesta y ahora se están pagando los platos rotos”, opina.

El tango es valorado por los griegos. El abrazo entre los bailarines desnuda su costado terapéutico. Sin embargo, cada vez son más los alumnos que se acercan a Gabriel para contarle que dejarán su clase. Es que el baile aparece como un lujo en la ajustada economía hogareña. La entrada a una milonga vale 10 euros e incluye una consumición. El año pasado, una clase privada de tango costaba entre 25 y 30 euros; ahora se paga 40 euros. Para Gabriel, la crisis se siente más fuerte desde hace un año. En los últimos cinco meses, en la calle sólo se habla de sacar a los políticos. “La tensión sube todo el tiempo; al final, esto nos va a perjudicar a todos”, se lamenta.

“Es un lugar hermoso para vivir, pero lo convirtieron en un país bananero, que hoy vive en la oscuridad por una corrupción que alcanza al 70 por ciento de su clase política”, dice Ramiro Valerio Lemes. No se dedica al análisis político. Antes de llegar a Grecia bailaba tango en el Ballet de la Provincia de Misiones, pero un accidente de tránsito que sufrió en 2001 le hizo pensar en cambiar de horizontes. El misionero, de 32 años, quería estudiar algo relacionado al arte. Entonces ganó una beca para restaurar antigüedades y obras de arte. Por una abuela griega tramitó los papeles de residencia. Llegó en 2003 y su primer empleo fue en el Museo Bizantino de Atenas. Después estuvo tres meses de-sempleado.

Finalmente, recibió un contrato del Ministerio de Cultura de Grecia, donde comparte el trabajo con arqueólogos, escultores y pintores. “Todos son de izquierda. Dicen que en Europa la tradición socialista se reemplazó por un terrorismo económico.” Ramiro atiende el llamado de Página/12 desde Patras, ciudad con uno de los puertos más importantes del país. Allí restaura cerámicas de unas ruinas encontradas recientemente, de una ciudad de más de 2500 años de antigüedad. Al igual que Gabriel, se enamoró de una griega. Tienen una hija de 4 años.

Sobre la situación en Grecia afirma que no se ve gente pasando hambre y que hay “mucha plata negra” circulando. “Muchos dicen que la crisis es una cosa inventada para que los que ganan más ganen aún más y que hay mucho desempleo.” El contrato de Ramiro se renueva cada tres meses, porque no se sabe si el presupuesto alcanza para continuar con la obra. Sobre los choques de policías y manifestantes en plaza Syntagma dice que entrar al centro era un infierno y que el efecto de los gases se sentía desde lejos. “Hay mucha represión, mucho provocador vestido de civil entre la policía, que se enfrentaban con los mismos policías para que se genere más violencia”, asegura el bailarín y restaurador. Una de las víctimas de la violencia fue Manolis Kipreos, un periodista que perdió la audición por una bomba de luz y sonido arrojada por un policía. “Este muchacho se fue solo, caminado por la calle, para que lo atiendan en el hospital. Y en el camino, la policía volvió a pegarle. La idea es que la gente tenga miedo de salir a la calle a manifestarse”, señala Ramiro.

Las movilizaciones de protesta que se vieron en Atenas también se repiten en Patras. “Es gente que no adhiere a ningún movimiento político. Hay muchas pirañas que tratan de capitalizar sin éxito ese movimiento genuino de indignados, pero ellos se niegan”, explica. En las últimas semanas hubo mucha violencia contra los políticos, a quienes les arrojaron fruta podrida y yogurt. “La gente siente que está siendo traicionada, a este señor (Giorgos) Papandreu lo votaron porque había prometido que iba a llevar adelante el país y que no iba a recortar presupuestos para educación, salud ni sueldos.”

Cuando se le pregunta si piensa volver en caso de que la crisis se agrave, Ramiro afirma que el problema es que no está solo. “Tengo mi casa y si vuelvo tengo que empezar de cero. En lo posible trato de acomodarme como puedo. Mi familia es la que me retiene acá”, evalúa el bailarín misionero. No obstante, habló con su mujer sobre un panorama de agravamiento de la crisis. La conclusión a la que arribaron fue que, en ese caso, podrían viajar a la Argentina. Su compañera es periodista y trabajaba en el diario Prensa Libre, pero abandonó su trabajo para cuidar a su hija. Quinientos periodistas fueron despedidos de diferentes medios de prensa hace diez días.

Ramiro confirma que en Atenas se habla mucho sobre la crisis de 2001. Y agrega algunos datos curiosos, vinculados con el deporte: “Antes de que Barcelona se levantara y Atenas viviera su propio estallido, sólo me hablaban de Maradona. Ahora me preguntan por Messi y la crisis en Argentina. Grecia era un país pobre con habitantes ricos. Gente que no tenía nada de repente se iba a pasar Navidad a Estados Unidos. Muchos quisieron hacerse ricos de la noche a la mañana”.

http://www.pagina12.com.ar/diario/elmundo/4-171915-2011-07-10.html

Una pérdida esperada (Carlos Bonfil)

Un año después de Días perros (Hundstage, 2001), su formidable inicio en el relato de ficción, el documentalista austriaco Ulrich Seidl, notable por su trabajo previo para la televisión, realizó una cinta extraña que fue una suerte de balance crítico de las primeras impresiones del cambio cultural ocurrido en Europa luego de la caída del muro de Berlín.

Una pérdida esperada (Mit Verlust ist zu rechnen, 1992), prefigura en su estructura narrativa y en su disección social lo que su cinta más reciente Import/Export (2003) plasma de modo contundente: la pérdida total de ilusiones frente a una Europa homogeneizada en el mal gusto y la mezquindad moral, satisfecha de ser un laboratorio de políticas neoliberales que combinan opulencia y miseria, uniformidad cultural, segregación social y racismo.

La visión de Ulrich documentalista es profundamente escéptica, pero lo que revelan sus relatos de ficción no es menos esperanzador. Un determinismo implacable condena a los seres humanos a un destino de soledad y penuria (económica o espiritual, en ocasiones ambas a la vez), que suele ser una fría antesala de la muerte. Una imagen insoportable: el pabellón de ancianos desahuciados, aquejados de demencia senil, que en la última secuencia de Import/Export imploran la piadosa terminación de sus días. Antes de llegar a esa frontera fatídica hay diversas historias de vidas estériles o desgastadas que el realizador pepena en los linderos de su Europa central para ilustrar con ellas –mediante la metáfora o el realismo más crudo– los síntomas de la decadencia cultural que le ha tocado presenciar. Una de ellas es, por ejemplo, la que refiere Una pérdida esperada.

El austriaco sexagenario Josef (Sepp) Paur vive en Langau, poblado austriaco en la frontera con la Checoslovaquia de 1992, y a un año de la muerte de su esposa descubre que es tiempo ya de remplazarla. Con los años su primera pasión se volvió una comodidad doméstica, y desaparecida ahora el vacío en el hogar se ha vuelto insoportable. Ningún recuerdo particularmente amoroso, sólo la sensación de haber perdido una mujer que cocinaba bien y mantenía la casa en orden, y cuya ausencia es preciso remplazar por otra mujer igualmente funcional, dejando de lado el agotado interés sexual o el improbable entusiasmo afectivo.

Del otro lado de la frontera, en Safov, pequeño poblado checo, vive Paula Hutterova, una viuda de origen alemán que en esencia sólo busca descubrir, luego de la caída del sistema comunista, cómo viven los demás la muy mentada bonanza capitalista. Conocer a Josef, someterlo a un periodo de prueba, familiarizarse un poco con el confort de la vida en Austria es el reto que, luego de vacilaciones, decide enfrentar la mujer madura.

Como lo hará una década después en Import/Export, Ulrich Seidl contrasta aquí los estilos de vida en las comunidades fronterizas, esta vez a sólo un año del cambió social que perturbó millones de vidas, aportando dosis parejas de desasosiego y esperanza. Su diagnóstico sobre la nueva Europa de los años 90 es severo: En ella, dice, "no importa tanto el hecho de que todos seamos partícipes de una tradición cultural similar. Los individuos carecen de importancia dentro de este sistema capitalista que tiende a anular la individualidad. Es la Europa de los límites y las fronteras sociales" (declaraciones en el Festival Internacional de Gijón, 2007).

Es esta realidad la que describe el cineasta en Una pérdida esperada, muy a su modo característico, combinando composiciones estáticas con personajes de frente a la cámara, inescrutables o inquisidores, y un manejo muy ágil de la cámara en mano.

Las matronas del pueblo desgranan sus anécdotas de los viejos tiempos difíciles, intercambian recetas de cocina, se preguntan sobre los posibles beneficios de la tecnología doméstica que trae consigo el libre mercado. Contemplan azoradas el lujo vulgar del consumismo ocioso en Occidente, recuerdan las viviendas grises e insalubres de las largas décadas de penuria colectivizada. Hablan de los inconvenientes o ventajas del machismo de sus parejas, y de sus viejas estrategias de mujeres para sobrevivir a la tiranía en el hogar y en la plaza pública. Ha quedado atrás el tiempo en que Josef o Paula buscaban el amor en sus parejas. La viudez, tan semejante a la orfandad nacional luego de la caída del sistema comunista, les aconseja buscar fórmulas mejores para lidiar con las inclemencias de la vejez y la pobreza, y para enfrentar la muerte, esa niveladora final de todos los destinos humanos.

Una pérdida esperada se exhibe hoy en la retrospectiva dedicada a Ulrich Seidl en la Cineteca Nacional. Sala 3 a las 18 y 20:30 horas.

http://www.jornada.unam.mx/2011/07/10/opinion/a10a1esp

Y os atrevéis a llamarme terrorista (Iker Bizkarguenaga)

Iba a dedicar estas líneas al ya candidato oficial del PSOE para las próximas elecciones, no se sabe si de otoño, invierno o primavera. Seguro que os suena. Es aquel que salió más veloz que el rayo -dicen que fue velocista en sus años mozos- a apoyar públicamente a los guardias civiles que luego fueron condenados por torturar a Igor Portu y Martin Sarasola. Ese que era ministro de Interior cuando Jon Anza desapareció y apareció muerto un año después sin que aún sepamos qué le pasó, o le hicieron pasar. Tiene un largo currículo así que fijo que sabéis quién es.

Decía que iba a hablar de Alfredo P. Rubalcaba, pero el viernes se conmemoró el treinta aniversario de la muerte de Joseph (Joe) McDonell a consecuencia de una huelga de hambre, y he decidido que me apetece más contar la historia del militante irlandés que hablar, he de admitir que no para bien, del sprinter cántabro.

McDonell, como Bobby Sands y un numeroso grupo de voluntarios del IRA y del INLA encarcelados en Long Kesh, emprendieron una dura lucha, con huelgas de higiene y de hambre, entre otras formas de protesta, por defender sus derechos como presos políticos. El trato que sufrían era insoportable y el Gobierno de Margaret Thatcher mantenía una postura inflexible. Diez personas murieron antes de que los derechos de los prisioneros republicanos fueran restituidos. Una balada recuerda la memoria de McDonell y sus compañeros, y el estribillo, que comienza interpelando a los británicos -And you dare to call me a terrorist...- ha sido entonado por miles de irlandeses.

Joe McDonell fue detenido por primera vez en la «Operación Demetrius» llevada a cabo por el Ejército británico, en la que 10 civiles fueron asesinados y 350 detenidos y encarcelados sin juicio. Entonces coincidió en la cárcel con un joven llamado Gerry Adams, otro militante muy activo en prisión. Años después Adams fue el principal interlocutor del movimiento republicano en un proceso que ha conducido a Irlanda del Norte al mayor periodo de paz y estabilidad de los últimos siglos. Y año tras año sigue recordando y honrando la memoria de los diez huelguistas de hambre y de todos los voluntarios muertos.

Vencieron al dolor y ganaron la paz. Pero si viviera en Euskal Herria, Gerry Adams estaría hoy en prisión por orden del candidato Rubalcaba.

http://www.gara.net/paperezkoa/20110710/277973/es/Y-os-atreveis-llamarme-terrorista